domingo, 12 de junio de 2011

Manuel Antonio Huerta, autor de Los Vigilantes Silenciosos

Hemos querido aproximaros un poco la figura de este geógrafo trubieco, autor del último libro editado por La Cruz de Grado (hasta el momento)
En sus cinco respuestas se percibe cómo ha surgido y qué significa el libro de las construcciones de la Guerra Civil en Asturias que bajo el título Los Vigilantes Silenciosos ha llegado a las librerías esta semana.


1.- ¿Cuál fue el proceso de gestación de este libro?

El libro surge como resultado de un trabajo de catalogación de las construcciones de la guerra civil en Asturias. En 2006 el Ayuntamiento de Las Regueras me encargó un estudio sobre estas construcciones en su concejo, que consistió en la catalogación de las existentes y en el diseño de varias rutas interpretativas (rutas que a día de hoy no se han hecho). A raíz de ese trabajo, la Consejería de Cultural del Principado de Asturias me encargó la catalogación de las construcciones de la Guerra Civil en Asturias, trabajó que se realizó entre 2007 y 2009, con cerca de 500 elementos localizados. Ese fue el germen de este libro, en el que se hace un repaso de todos esos elementos repartidos por el territorio asturiano, repartidos por los distintos frentes y con una introducción histórica previa. A lo largo del libro nos encontramos con cerca de 350 imágenes repartidas entre fotografías de archivo, actuales y planos, pues se buscó que fuera muy visual. Cabe destacar un anexo final en el que se relacionan, una por una, las casi 500 construcciones, aportando sus coordenadas para que todas las personas interesadas las puedan visitar.

2.- ¿Qué beneficios aportará esta catalogación?

Hasta hace apenas 5 años, todas estas construcciones eran algo totalmente desconocido. A raíz del trabajo de catalogación se comenzaron a ver como parte del patrimonio histórico y cultural de Asturias, llamando la atención de diversas administraciones locales, además de la regional, en cuanto a su potencial valor. El primer paso fue conocer lo que había y cómo estaba, el siguiente es su protección, en lo que se están dando pequeños pasos con la inclusión de estos elementos en los catálogos urbanísticos de protección de algunos Ayuntamientos. A partir de aquí, el siguiente paso natural sería su puesta en valor mediante alguna ruta interpretativa o didácticas, para verlo no sólo como un recursos turístico, también histórico y divulgativo.

3.- En el proceso de investigación, la búsqueda de los lugares, la verificación y posterior catalogación te habrás econtrado con mucha gente incluso con testigos de esa época de guerra... ¿qué opinan estas personas?

El trabajo, hablando ya del encargado por la Consejería de Cultura, se dividió en tres fases anuales, y en cada fase disponiamos de unos 4 meses para el trabajo. Con esos cortos periodos de ejecución, la práctica totalidad del tiempo lo empleamos en trabajo de campo, en localizar sobre el terreno esas construcciones, dejando el mínimo tiempo imprescindible para las labores de gabinete. Una de las principales fuentes a la hora de localizar parte de estos elementos fueron los vecinos de las zonas donde aparecían, sobre todo la gente mayor, pero también ganaderos o cazadores que tenían las zonas muy andadas. Cuando les comentábamos el trabajo, la gran mayoría lo acogía con interés y buenas palabras, diciendo que si, que eran cosas curiosas que la gente debería conocer y que era una pena que se perdiesen. Fueron muy pocas las que dijeron que esos temas (todo lo relacionado con la guerra) era mejor dejarlo olvidado o, incluso, destruir esas construcciones, pues no lo veían como un patrimonio, si no como algo que "molestaba" y no tenían uso; por suerte esta visión fue la minoritaria.

4 .- ¿La mayor dificultad con la que te encontraste?

Como dije anteriormente, uno de los principales problemas fueron los ajustados plazos de ejecución. Al margen de eso, podría decir que el principal problema fue la maleza. Muchas de estas construcciones se encuentran en zonas boscosas de difícil acceso, sobre todo cuando se trata de eucaliptales, con un denso sotobosque que nos hacía en muchas ocasiones emplear horas en labores de desbroce sólo para llegar al elemento. Otras veces era localizar el propio elemento, pues a veces teníamos una referencia geográfica muy vaga, de gente que nos decía "en aquel monte creo que hay algo", con lo que nos tocaba patearlo entero en busca de ese algo; en ocasiones si existía el elementos, en otros casos tras varios días no había nada. En cuanto a la zona urbana, el principal problema fue el acceso a las fincas donde están los elementos, si bien fueron muy pocos los propietarios que nos denegaron el acceso.


5.- ¿Podrías contarnos alguna anécdota?

A lo largo de los 4 años de trabajo son muchas las anécdotas. Relacionadas con el propio trabajo de catalogación, por ejemplo se dió el caso de buscar un nido de ametralladora en un monte de eucalipto casi impenetrable de maleza; yo estaba en una cota inferior y mi compañero (Javi) un poco más alto, y al llamarme para preguntar si veía algo, ver que él estaba sobre el búnker, al que sólo se veía una tronera. En otra ocasión, mi compañero me llamo por el walkie talkie para que lo ayudase, encontrándome que se había caído a una trinchera repleta de maleza y de casi dos metros de profundidad de la que no podía salir. También con la gente de la zona, como un señor de más de 80 años que nos acompañó a buscar un nido y foceta en mano se puso a desbrozar diciendo que los jóvenes de hoy en día no sabían usar esa herramienta. Pero el testimonio del que más me acuerdo fue el de un señor de Marinas, en Las Regueras; durante la guerra estuvo refugiado en Proaza y al regresar a su pueblo, los soldados nacionales le dieron un garabato y lo obligaron a ir al monte La Trecha; ahí, utilizando esa herramienta literalmente empujaba los cadáveres de los soldados a las trincheras para luego enterrarlos; la imagen que tengo es la de ese señor llorando mientras lo recordaba.



Finalizamos con una pequeña biografía por si queréis conocer un poco más sobre el promotor de www.gecuna.com

Manuel Antonio Huerta Nuño (Trubia, 1976), es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo, siendo su especialidad el Análisis Territorial. Tras varios trabajos relacionados con el territorio, en 2005 crea la empresa GECUNA (Geografía, Cultura y Naturaleza), donde se especializa en la puesta en valor del patrimonio cultural y natural, así como en estudios de muy diversa índole relacionados con el territorio.
Entre sus trabajos más destacados se pueden señalizar: la catalogación de las construcciones militares de la Guerra Civil en Asturias; un estudio sobre las brañas de Teverga; la catalogación del patrimonio minero-industrial de Quirós, o la puesta en valor de los refugios antiaéreos de Gijón, así como varios trabajos de evaluación y creación de rutas senderistas. En su trabajo compagina además su gran afición, la montaña, siendo miembro de la Junta Directiva del Grupo de Montaña Las Xanas, de Trubia.
Ha publicado varios artículos en revistas especializadas en patrimonio, como el anuario Casamata o publicaciones del INCUNA como Patrimonio Industrial e Historia Militar. Este es su segundo libro, siendo el primero Trubia 1794-1930.


Por cierto, la presentación de Los Vigilantes Silenciosos será este viernes 17 de junio en el Teatro-Casino de Trubia
Os dejamos el flayer que diseñamos por si queréis consultar otras personas que participarán en el acto además del autor.

No hay comentarios: